Visibilidad Intersex, 2023

1. Hace trece años Del LaGrace Volcano me tomó la foto que acompaña este comentario. Ese soy yo, parado en la terraza de un edificio en Bruselas, los brazos cruzados contra el pecho, las cicatrices a la vista.

Han pasado diez años desde ese momento. En estos diez años la visibilidad intersex ha aumentado en todo el mundo. En todas partes hay activistas, grupos, redes e iniciativas -y su trabajo, extenuado pero persistente, nos ha vuelto visibles. No solo eso: ese trabajo intersex ha logrado que se aprueben leyes que anulan o limitan la capacidad del sistema médico para mutilar nuestros cuerpos, ha logrado que los sistemas internacionales y regionales de derechos humanos se pronuncien en favor de proteger nuestra integridad corporal y nuestra capacidad de tomar decisiones informadas sobre nuestro propio cuerpo. Lentamente, pero con seguridad, cada vez más profesionales de la salud hacen visible su oposición a las prácticas de “normalización” corporal intersex y se comprometen a erradicarlas. Las múltiples alianzas con otros movimientos son cada vez más extensas, profundas y fuertes. Hoy, estoy seguro, las redes sociales estarán llenas de imágenes en amarillo y violeta convocando, una vez más, a celebrar la visibilidad intersex. Bienvenida sea.

2. A pesar de todos estos avances, las violaciones a los derechos humanos de las personas intersex siguen produciéndose. Todos los días se practican intervenciones que, en su intento de “normalizar” los cuerpos intersex, mutilan nuestra carne, nuestro placer, nuestro deseo, nuestra salud, nuestro derecho a decidir, nuestras experiencias, nuestra vida. Todos los días, quienes hemos sido víctimas de esas intervenciones nos enfrentamos a sus consecuencias en cada rincón de lo que somos, allí donde las esperamos y también allí donde nos sorprenden desprevenidos –en atisbo de nuestro cuerpo en un reflejo distinto, en las nuevas complicaciones de viejas heridas, en el horror que vuelve a buscarnos en sueños. De todo esto, también, está hecha la visibilidad intersex, y su intento de transformar la violencia que rememoran nuestras cicatrices en un llamado personal y colectivo a la justicia.

3. A veces pienso que, en materia de intersexualidad, todo es ya visible. Nuestra existencia, nuestra historia, nuestro movimiento y, en muchos casos, también nuestro destino. A la vista está, para quienes pueden porque quieren ver, todo lo que hemos sido, todo lo que somos, y la construcción de aquello que, ojalá, llegaremos a ser en el futuro. Me equivoco al pensarlo: no todo es visible, no todavía. Falta la primera generación de personas intersex nacida y crecida sin el peligro de ser mutilada. Falta la primera generación de personas intersex en goce de su derecho pleno a la reparación. Falta la responsabilidad pública, el compromiso institucional, la memoria compartida; falta el derecho a la verdad, su afirmación, su ejercicio y su cumplimiento. Falta la respuesta, todavía, a nuestro llamado a la justicia. Falta la justicia, precisamente – la misma justicia que (hablo solo por mí) será siempre imposible, pero en cuya posibilidad no he podido, ni puedo, ni podré dejar de creer.

Mauro Cabral Grinspan